Vamos con Macao

Y es que estábamos en Hong Kong y se nos ocurrió ir a Macao. Es la escusa perfecta para que te sellen otra vez el pasaporte y poder disfrutar de un viaje en Ferry de alta velocidad, de esos que parece que no tocan el agua. Después de 1 hora de trayecto, donde disfruté de un plácido sueño en los asientos de primera, desembarcamos en Macao, el Las Vegas de Oriente, ya que tiene un total de 25 casinos, y está previsto que el los dos próximos años alcance la cifra de 50. Y no hablamos de casinos pequeños, estoy hablando de edificios gigantes que quieren emular los famosos casinos de la ciudad Estadounidense.

En esta antigua colonia Portuguesa se respira un aire especial, me parece que voy a girar una esquina y encontrarme al típico colono Portugués, vestido con su traje de algodón color beige y con un sombrero de paja, dentro de una calesa, tirada por un enclenque Chino descalzo y con su típico sombrero.

Y es que casi 450 años de Portugueses rondando por estos lares han dejado su huella, e incluso te puedes encontrar en plazas o calles y confundirlas con cualquier lugar de Lisboa ó Porto.

Pero en otras zonas no puedes negar que te encuentras en el otro punto del globo terráqueo, y por supuesto, te topas con Templos, en donde rezuma un aire espiritual y en donde los silencios son tan importantes como las propias figuras de los Budas. E incluso podrás arrodillarte y esperar, a que, con los palos del destino en la mano, te relaten tu futuro, que en mi caso no podría ser más favorable.

A parte de casinos y templos, vimos la fachada de la antigua catedral de San Pablo; y solo la fachada, porque el resto ardió en un incendio. Visitamos también el museo donde las vistas de la ciudad eran estupendas y donde aún se encuentran los antiguos cañones Portugueses que defendían la ciudad.

Partimos ya, de esta ciudad, donde el aeropuerto está construido encima del agua, la moneda son Patacas y los Chinos hablan Portugués.